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- ¿A que debes renunciar en tu vida que está en contra de Dios?
- ¿Que quieres que Dios transforme en tu vida, tu hogar y tu descendencia ?.
Muchas cosas en nuestras vidas tienen que ser cambiadas y transformadas; algunas de ellas tenemos que rectificarlas, enderezarlas y otras destruidas; nunca debemos olvidar de donde nos sacó el Señor, pero esa situación, comportamiento, estilo de vida, pensamientos, debe estar alejado y distante de nuestra nueva manera de vivir.
Tenemos que comenzar a reordenar nuestras prioridades; debemos decidir que vamos a cargar y que no, que parásitos quieres portar en tu vida, que deudas vas a perdonar ; ya que muchas de estas cosas no nos permiten seguir creciendo espiritualmente; para hacerlo es necesario que dejemos atrás relaciones, costumbres, actitudes y comportamientos y mirar al cielo para establecer el propósito de Dios para tu vida.
Si tienes una vida llena de escombros es necesario que hagas un inventario para poder seguir adelante; nuestra vida y nuestro llamado es demasiado precioso para dejarlo en manos de los escombros y la basura que otros han colocado en medio de nuestra vida.
Si Dios es el único en quién confiamos, entonces dejemos que Dios dirija nuestro destino pero en cuanto a nosotros debemos aligerar nuestra carga y esto significa saber cuando soltar cosas y una de las mas peligrosas es estar encadenado a nuestro pasado, no podemos seguir prisioneros de las malas decisiones o las malas elecciones y mucho menos permitir que “la culpa” sea el centro de nuestro corazón.
No es pasar por alto los errores porque siempre vamos a encontrar consecuencias que tendremos que vivir, pero necesariamente tenemos que cortar con la culpa y eso lo hace “la sangre de Cristo”. Hay que enterrar muchas cosas que nos ocurrieron, haz un inventario, muchas cosas las tendrás de dejar “por perdidas”; una relación del pasado, una acción mal hecha, un pecado, una transgresión se puede convertir en una gangrena que puede filtrarse en cualquier área de tu vida y te lleva a la destrucción, permite que Dios enderece todo lo torcido así como está escrito en Isaías 45:2-3.
Hay un ejemplo claro en el libro de Jonás, el cual comienza con un mandato que Dios da a Jonás que hoy por hoy es el mandato que Dios está dando a las familias de la tierra: “Levántate y ve a Nínive”. El Señor nos ha dicho: “Levántate ve a tu casa a tu hogar y a tu descendencia”.
Jonás es el personaje perfecto para identificar lo que está ocurriendo al rededor de tu vida, y es la señal que Dios está colocando en este tiempo. “El plan de salvación de Dios incluye a tu hogar y tu descendencia”. En estos tiempos en que el periodo de la gracia está llegando a su fin, la misericordia de Dios quiere alcanzar a todos los que están a tu alrededor a tu próximo, al que duerme a tu lado, en las habitaciones contiguas.
Jonás, era profeta de Israel, recibe la misión de ir a Nínive, capital del imperio asirio, para proclamar que su maldad había .llegado al cielo: Levántate y vete a Nínive, la gran capital, y proclama en ella que su maldad ha llegado hasta mí (Jonás 1:2). Hoy la maldad ha llegado hasta el cielo…
Jonás es un profeta que huye de su misión, saca el pasaje de barco en la dirección contraria, lo más lejos posible: Se levantó para huir a Tarsis, lejos del Señor, y bajó a Jope, donde encontró un barco; pagó su pasaje y se embarcó (Jonás 1:3).
El Señor desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan violenta que el barco amenazaba romperse. Los marineros tuvieron miedo y se puso cada uno a invocar a su dios; luego echaron al mar la carga del barco para aligerarlo. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco; se había acostado y dormía profundamente (Jonás 1:4-5).
El capitán se acerca y le dice: ¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca a tu Dios! Quizá se compadezca de nosotros y no perezcamos. Luego se dicen unos a otros: Echemos a suerte para ver por culpa de quién nos viene este mal. Echan a suerte y le toca a Jonás. Entonces le dicen: ¿Quién eres, cuál es tu oficio, de dónde vienes? Les responde: Soy hebreo y temo al Señor, Dios del cielo y de la tierra (Jonás 1:6-9).
Los marineros descubren que Jonás va huyendo de Dios. “No huyas más de Dios”… Temen mucho y le preguntan: ¿Por qué has hecho esto? ¿Qué hemos de hacer para que el mar se calme? Les dice: Echadme al mar, pues por mi culpa os ha venido esta gran borrasca. Entonces claman al Señor diciendo: No nos hagas perecer a causa de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente. Lo echaron al mar y el mar se calmó (Jonás
1:10-15).
El Señor envió un pez grande que se tragase a Jonás y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches. Jonás oró al Señor, su Dios, desde el vientre del pez (Jonás 2:1-2).
Y el Señor dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra (Jonás
2:10).
Jonás fue entrando en la ciudad y caminó un día entero proclamando:
- Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida (Jonás 3:4).
- Es una palabra de denuncia, una llamada a la conversión.
- Deben abandonar su mala vida y sus acciones violentas (Jonás 3:8).
- Los ninivitas (paganos) creyeron en Dios; es decir, acogieron su palabra, cambiaron de mentalidad y se alejó la amenaza que pendía sobre la ciudad (Jonás 3:5-10).