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Indolencia : Tu, Tu Hogar y Tu Descendencia

Mateo 9:36.

Se conoce como indolente a la persona que posee un carácter poco sensible, se caracteriza por su negligencia, falta de aplicación en el cumplimiento de las obligaciones es una persona que no se conmueve ante el dolor de otros individuos e inclusive de sus próximos. La indolencia es parte del carácter irresponsable del ser humano en este tiempo convirtiéndose en engañador, orgulloso y rebelde.

La indolencia nos llevan a justificar nuestra conducta negligente. ¿Cuántas veces vemos con nuestros propios ojos la destrucción espiritual, emocional, económica y física de nuestras vidas, hogar, familia y descendencia y no hemos sido capaces de levantarnos firmes, con pies de plomo para ir delante del Señor y comenzar a hacer lo que el Señor nos ha dicho que tenemos que hacer, Dios nos ha dado una promesa que está escrita en Malaquías 4:6 “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres”, recuerda lo que está escrito en Hebreos 4:12-13 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.

Hoy en día la humanidad entera vive en ese terrible estado de dejadez y se denomina “Negligencia o abandono en la búsqueda de la salvación”, los hombres se han vuelto indiferentes ante su propia salvación. Han dejado de buscar la vida espiritual, se reducen a las ilusiones de la vida carnal, a las necesidades de cada día, a los vicios del mundo, a la rutina, se someten a métodos religiosos creados por hombres y dejan lo más importante, “La salvación de su vida, su hogar y su descendencia”, y muchos han sido negligentes, podríamos decir entonces que la negligencia ante la “Salvación no es otra cosa que la muerte del individuo”.

La indolencia nos lleva a ser corto de vista en la vida espiritual, esto se denomina “miopía espiritual” tal como es descrita en 2 Pedro 1:5-9 “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados”.

Espiritualmente hablando, mucha gente es tan corta de vista que tienen sus ojos fijos únicamente en las cosas de esta tierra, al grado de que nunca piensan en las cosas que están más allá, cierran sus ojos a lo que no quieren ver, cierran sus ojos espirituales a su verdadera condición y la consecuencia es inminente ya que se desarrolla un carácter de una doble moral y una visión espiritual defectuosa. No permita que el mundo, la religión, los métodos humanos lo coloque en un molde… donde todos hacen lo mismo… no sea ciego a los valores esenciales de la vida, no sacrifique lo duradero por algo que solo da satisfacción temporal.

Esta enfermedad espiritual llamada ceguera espiritual es como si la luz de Cristo aún no ha llegado a sus vidas, no les ha resplandecido la luz del evangelio, solo conocen versículos de la palabra, pero no han nacido de nuevo, pues como dice el apóstol Pablo son solo vana palabrería, están llenos de teología, aprendida en institutos bíblicos, llenos de doctrinas de hombres pero vacíos en sus corazones.

Hoy día vemos y oímos grandes teólogos que exponen muy bien la palabra, pero no tienen fe, hombres llenos de hermenéutica pero sin amor y sin piedad con sus próximos, por tal razón vemos hombres y mujeres que saben algo del evangelio pero solo son religiosos, aparentan ser creyentes, pero Cristo no se ve en ellos, tienen una espalda tan grande que cuando predican o enseñan solo se ven ellos y no se ve Cristo en ellos, la gloria se la llevan ellos y no Cristo.

Encontramos muchas personas predicando a un Jesús con un carácter diferente, se predica a un Jesús bombero, apaga fuegos, se predica a un Jesús administrador de empresas, que solo bendice negocios, se predica a un Jesús curandero, que cura toda enfermedad para que no me muera, y todas estas cosas se dan por la ceguera tanto del que predica como del que escucha que generan un carácter malsano que tiene las siguientes características:

  1. El orgulloso. El orgullo es el resultado del alto concepto que tenemos de nosotros mismos y se manifiesta por una sobre valoración de nosotros a la vez que menospreciamos a los demás. El Señor Jesucristo nos enseña a ser mansos y humildes como Él. Mateo 11:29.
  2. La falta de integridad. La falta de integridad es notoria en algunos pues rápidamente demuestra que mienten, engañan, hacen trampa, roban, codician, traicionan, etc. Algunos sin embargo dan la apariencia de ser íntegros pero en su mente y en su corazón hay engaño, falsedad, hipocresía, odio, rencor, amargura, resentimiento, orgullo, irresponsabilidad, etc.
  3. El egoísmo. El diccionario define el término egoísmo como el excesivo amor a si mismo, el egoísmo nos hace pensar solo en nosotros mismos: que tendremos, que ganaremos, que nos darán, que disfrutaremos. Contrario al amor de Cristo que se enfoco en nuestras necesidades y se esforzó al máximo por satisfacerlo; y ahora nos invita a que nosotros hagamos lo mismo. Filipenses 3:2-8.
  4. La irresponsabilidad. Se manifiesta cuando una persona no quiere asumir compromisos, se aplica también a aquellos que no cumplen con lo que prometen y a los que toman decisiones a la ligera sin meditar en lo que hacen.
  5. El temor. La Biblia dice que el temor del hombre pone lazo, provoca ataduras que no dejan avanzar a la persona. Proverbios 29:25. El temor es muchas veces producto de una mala relación con Dios, de falta de fe y confianza en Dios.
  6. La falta de perdón. Guardar resentimientos, rencores, amarguras y odio es propio de personas inmaduras que no han crecido emocional y espiritualmente. Todos hemos sido heridos y lastimado por alguien y si no perdonamos, nuestro espíritu y nuestra alma se marchita y perderemos el gozo de la salvación. El Señor nos ordena que perdonemos de la manera en que el perdonó a los que le hicieron daño. Lucas 23:34, Colosenses 3:13. El perdón no es una emoción, es una decisión. Perdonar es una orden que debemos obedecer queramos o no. Por eso es que podemos amar a nuestros enemigos.  Mateo 5:44.
  7. La inconstancia.
  • Daniel 9:1-19.
  • Nehemías 1:1-11, Nehemías 2:1-5.

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