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Espíritu de Maldición en Tu Vida, Tu Familia y Tu Descendencia

Deuteronomio 28:15b. Quiero comenzar esta enseñanza con un parábola que describió el Señor en el libro de Mateo 7:24-27, en el cual relata la construcción de una casa e involucra a dos hombres, uno de ellos la construye sobre la arena y el otro la fabrica sobre la roca. Cada una de estas casas enfrenta una prueba; si la casa se construyó con sabiduría y prudencia entonces permanece; si se construye con necedad, insensatez entonces se cae y se destruye. Muchas veces construimos nuestra vida, nuestra familia y nuestra descendencia en medio del pecado, la maldad y la iniquidad; los resultados que obtendremos serán fatales, nuestra vida se destruye, nuestra familia se desmorona y nuestra descendencia perece. En esta parábola Jesús narra la historia paralela de dos hombres; uno sabio y otro insensato, necio, falto de entendimiento, observemos el énfasis que Jesús quería dar mediante esta enseñanza:
  1. Cada uno de nosotros indefectiblemente fabricamos nuestra vida; cada decisión que tomo, cada promesa que honro o que rompo; cada acción que ejecuto determina el destino en la construcción de nuestra vida.
  2. Cada cabeza de una familia y de una descendencia, cada decisión que tomemos va a afectar nuestros próximos; hijos, nietos, bisnietos y tataranietos; por lo tanto tu como cabeza de una familia vas a afectar generaciones siguientes; por encima tuyo hay 30 personas que afectaron tu vida ( 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos y 16 tatarabuelos ) y si no tomas la decisión de romper ese hilo invisible y espiritual seguirá con tus 4 próximas generaciones; está escrito en el libro de Éxodo 20:5b-6.
Hagamos un alto en el camino y miremos la realidad de nuestra vida, nuestra familia y nuestra descendencia, observamos que en muchas personas escasean las bendiciones de Dios en sus vidas, la ausencia de la bendición de Dios es prueba de una maldición y no hay términos intermedios. Dios utiliza como instrumento a Jesucristo para proveernos el mecanismo para romper las maldiciones de nuestra casa, hogar y familia. Desde la perspectiva de Dios, una maldición es una sentencia de un juicio divino y significa expresar un deseo de mal contra alguien, es un espíritu inmundo que como una plaga no deja de actuar hasta que no consume a sus víctimas totalmente, nació en un lugar donde jamás se hubiera esperado; el Jardín del Edén era perfecto, un verdadero paraíso no había hambre, enfermedad, sentimientos de maldad o cualquier tipo de mal ni aún la muerte existía, todo era sublime, perfecto y eterno, la justicia armonizaba la comunión del Creador con el hombre y la naturaleza. Pero… Con la desobediencia del hombre nació el reino del pecado, la maldad, la iniquidad; el reino de las tinieblas en el corazón del hombre, por lo tanto todo y cualquier pecado, maldad, iniquidad, por más inofensivo que parezca, es una acción injusta, por esta razón ocurrieron eventos espirituales que voy a describir:
  • Los injustos fueron, inmediatamente, expulsados de la presencia de Dios.
  • El reino de la injusticia tomó el lugar del Reino de la justicia en el corazón humano;
  • El reino de las tinieblas tomó el lugar del Reino de la Luz;
  • El reino de Satanás tomó el lugar del Reino de Dios;
  • Y la maldición tomó el lugar de la bendición.
Y así ha caminado la humanidad desde la rebeldía de los primeros padres, el espíritu de la maldición ha pasado de padre a hijo, de generación en generación, el pecado, la maldad y la iniquidad es una maldición y el pecador es esclavo de la maldición y la única manera para ser libre es que el esclavo se aleje o huya de su opresor. Muchas veces seguimos adelante enfrentando frustraciones y derrotas en nuestra vida diaria, pero al ir a la raíz vamos a encontrar un muro que se levanta delante de nosotros llamado maldición propiciado bien sea por nuestros pecados, maldad e iniquidad o por herencias de maldición de nuestros ascendientes o personas de autoridad que se convirtieron en semillas sembradas en nuestra vida, en nuestra familia y en nuestra descendencia. 1 Pedro 1:18-19 «Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”, yo la llamo “vida absurda”, o “vida vacía”. Estos acontecimientos en nuestra vida son causadas por fuerzas espirituales que obstaculizan las bendiciones, maldiciones reales sobre nuestras vidas. ¿Qué nos liberará? “la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. Veamos lo que dice Proverbios 3:33: “La maldición de Jehová está en la casa del impío, pero bendecirá la morada de los justos”. Cuando tu dices: “Yo soy justo, me corresponde la bendición pero algo está fallando en todas o algunas áreas de mi vida, de mi familia y mi descendencia”, es cuando empiezas a inventar: ¿Será la voluntad de Dios?, escuche esto: “No entendemos los caminos del Señor”. Dios da promesas a Su pueblo para que disfrute de la bendición. Cuando tu andas mal delante de Dios, te vuelves débil, si andas bien con Dios, eres fuerte, por lo tanto proponte hoy acercarte a Dios para que tu, tu familia y tu descendencia sea restaurada en todo, Dios quiere perdonar tu pecado y hacerte fuerte, está escrito en Isaías 43:25 “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”. Cristo en el madero llevó nuestra maldición y nos lavó con Su sangre preciosa, por lo tanto cuando tu saques la perversión de tu corazón, cuando tu saques la maldad de tu corazón, las cosas que dices y que haces a escondidas, Dios te restaurará y te fortalecerá. ¡Arregla tus cuentas con Dios y serás fuerte, tu, tu familia y tu descendencia. Volvamos a la parábola de los dos cimientos en Mateo 7:24-27; solo hay una decisión de las dos que plantea el Señor:
  1. Mateo 7:24-25: Cualquiera pues, que me oye estas palabras y las hace…”; Jesús resumió estas palabras descritas en Éxodo 20:1-17 en dos grandes mandamientos; tu relación con Dios y tu relación con tus próximos, Mateo 22:36-40 “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.
  2. Mateo 7:26-27…
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