1 Juan 2:4.
Hoy es el día en el cual Dios ha anhelado mostrarse a Su iglesia, no con conocimiento humano, sino con conocimiento vivencial a través de la intimidad y comunión con El. Un Dios que se revela a Su pueblo, así como se mostró a Abraham, Isaac y Jacob y que da a conocer sus secretos tal y como está escrito en Deuteronomio 29:29.
Existen dos tipos de creyentes: los que no conocen a Dios ni de lo que Dios es capaz de hacer, y los que viven de experiencias pasadas… “Yo tuve un encuentro con Dios hace tantos años…” esa experiencia pasada transformó tu vida, te hizo una persona obediente?… por esta razón el apóstol Juan declara “El que dice: Yo le conozco y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso”.
En Gálatas 4:8-9 dice “… mas ahora conociendo a Dios o mas buen siendo conocidos por Dios quieren volver a sus esclavitudes?”. Esto mismo le quiero preguntar a la Iglesia de hoy, ¿Por qué razón conociendo a Dios o mejor Dios conociéndolos a ustedes quieren volver a sus esclavitudes, a sus pecados, a sus maldades y a sus iniquidades?, esto ocurre porque no conocemos a Dios, porque si le conociésemos entonces guardamos los mandamientos, en otras palabras no volveríamos atrás, lo dijo Jesús en Juan 14:15, Juan 14:21, 23.
Al Apóstol Pablo cuando estuvo en Atenas le ocurrió algo muy particular, está escrito en el libro de Hechos 17:22-29, Atenas era el centro intelectual del mundo antiguo. Era la ciudad de Aristóteles, Platon y Sócrates. El Areópago o «Colina de Ares», es un monte situado al oeste de la Acrópolis de Atenas, estaba lleno de cientos de ídolos de yeso, todos con sus nombres e inscripciones. Allí se reunían los eupátridas «los bien nacidos» o «de buenos padres» es el término que designa a la aristocracia o antigua nobleza de la región griega, este tribunal controlaba a los magistrados, interpretaba las leyes y juzgaba a los delincuentes y homicidas.
Ahora bien, mientras Pablo esperaba en Atenas, se le irritó el espíritu en su interior al contemplar que la ciudad estaba llena de ídolos. Por consiguiente, se puso a razonar en la sinagoga con los judíos y con las otras personas que adoraban [a Dios], y todos los días en la plaza de mercado con los que por casualidad se hallaban allí. Pero ciertos individuos, filósofos entablaban conversación polémica con él, y algunos decían: «¿Qué es lo que este charlatán quisiera contar?». Otros: «Parece que es publicador de deidades extranjeras». Esto se debió a que declaraba las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección. De modo que se apoderaron de él y lo condujeron al Areópago, y dijeron: «¿Podemos llegar a saber qué es esta nueva enseñanza que hablas?». Pablo entonces se puso de pie en medio del Areópago y dijo: «Varones de Atenas, contemplo que en todas las cosas ustedes parecen ser extremadamente religiosos». Ya que encontré un altar con una inscripción en ella que decía: “AL DIOS NO CONOCIDO”… Ellos tenían muchos ídolos y muchos dioses, pero de alguna manera sabían en su corazón que había un Dios que ellos no conocían. Pablo comenzó a hablar de ese Dios que ellos no conocían, así como hoy quiere hablar a Su Iglesia para que Su Iglesia le conozca, Leer Versos 24-29
Y quiero referirme al lo que está escrito en Hechos 17:30 Y el Apóstol Pablo dijo a los hombres de Atenas: “…Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”.
Ahora Él nos ha mandado a todos nosotros, independientemente de nuestra raza u origen, a arrepentirnos, eso no es una sugerencia o un consejo. ¡Dios manda a todos a que se arrepientan! ¡Esa es la Palabra de Dios! Dios dice: “Yo mando que se arrepientan”. Significa cambiar de opinión acerca del pecado, significa alejarse del pecado y volverse a Cristo, significa dejar de confiar en ti mismo, y confiar en Cristo. Cuando verdaderamente te arrepientes, naces de nuevo por el poder de Dios.
Cristo vino a este mundo para salvarnos del pecado, la muerte y el Infierno. Llegó, a propósito, a morir en la Cruz, para pagar el castigo por nuestros pecados. Él vino a derramar Su preciosa Sangre en la Cruz para que nuestros pecados pudieran ser lavados a la vista de Dios. Y Cristo resucitó físicamente, de carne y hueso, de los muertos. Él está vivo ahora, en el Cielo, en otra dimensión, orando por nosotros.
Cuando vienes a Cristo por fe naces de nuevo instantáneamente, entras a una nueva vida con Cristo. La Biblia dice, “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, 2ª Corintios 5:17.
La relación con Dios es lo que abre la puerta al corazón de Dios, la intimidad con Dios es lo que te hace conocer el corazón de Dios y esto lo ha perdido la iglesia del siglo XXI.
Si regresas al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, entonces somos parte del Pueblo de Dios, parte de Israel, ya que hemos sido injertados al Pueblo de Dios y hemos sido hechos participes de los pactos de la promesa a través de Jesucristo.
Un Dios: YHWH, Un pacto, Una ley, Un Mesías: Yeshua, Un Pueblo: Israel, Una vida eterna y Un Reino Eterno son entregados a los que creen al Dios de Abraham, Isaac y Jacob y al que profetizó que iba a venir a traer salvación a los gentiles, a los que un día fueron dispersados por el mundo de los cuales somos descendientes y hemos heredado los pactos y las promesas que Dios hizo, Yeshua el Mesías y a través de la salvación a los gentiles viene la salvación para el resto del mundo, tanto para el Judío como las ovejas perdidas de la casa de Israel… Y hoy quiero que pronuncies algunas de las promesas que Dios nos ha entregado…
Deuteronomio 33:13-17, Génesis 49:22-26.
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