Apocalipsis 3:8.
“LO QUE ERA TUYO YO TE LO DEVOLVERE, YO VOY A RESTITUIR TODO LO QUE EL LADRÓN TE ROBO”, la palabra dice que el diablo vino para “robar, matar y destruir” y el Señor dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Juan 10:10.
En este tiempo de pruebas y batallas, debemos entrar en un nuevo nivel de confianza y reposo, no olvidemos las promesas de Dios, “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”, 2 Corintios 1:20, y Él es fiel para cumplirlas, “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”, Números 23:19.
Tres de las grandes estrategias de Dios para el hombre en este tiempo es el de Restaurar, Restituir y Redimir a Su pueblo, por lo tanto:
Dios quiere restaurar tu vida; restaurar quiere decir volver algo a su condición original, si anhelamos ser restaurados en necesario comenzar a poner en orden todas las áreas de nuestra vida y al hablar de orden es el manejo adecuado de todo lo que Dios nos ha dado: El tiempo, las finanzas, la tierra, familia, descendencia. Dios quiere que aprendas a manejar los recursos que te dio, dar un uso correcto a tu dinero, a las oportunidades que Dios te da, y que todo lo que hagas, lo hagas para Él. Dios es un Dios de orden, comienza por devolverle a Dios su lugar; Jeremías 15:19.
Lo segundo que Dios quiere hacer en este tiempo con Su pueblo es Restituir, el término Restitución es devolver a alguien algo que le fue quitado que le pertenecía. El Señor quiere restituir tu vida y tus sueños y todas aquellas cosas que fueron quitadas de tu vida, y esta es la promesa en Levítico 26:9-12 “Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros. Comeréis lo añejo de mucho tiempo, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo. Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo”, Joel 2:23-27.
Lo tercero que Dios prometió y cumplió a través del sacrificio de Cristo en la cruz del calvario es el Redimir. Desde Génesis 3:15 hasta Apocalipsis 22:21, Jesucristo es el hilo rojo que corre a través de toda la historia. Su sangre expiatoria se convirtió en el sacrificio esencial y final para redimir completamente al hombre ya que Satanás se ha encargado de corromper la simiente para traer destrucción sobre las generaciones siguientes.
Miremos Deuteronomio 23:2 “No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová”. Se llama bastardo al hijo nacido fuera del matrimonio o ilegítimo, de padre desconocido (ilegal), rechazados, abandonados, adoptados, criados por otros padres, hijos no nacidos, engendrados a través de incestos.
Esta maldición generacional es la más efectiva, y de mayor alcance que cualquier otro plan que Satanás haya utilizado hasta hoy no solo para destruir tu vida, tu hogar y tu descendencia sino también para evitar que nuestra descendencia pueda conocer al Señor.
Debemos legitimar a nuestros hijos provengan de donde provengan, vamos a bendecir la simiente sin importar quién sea, sin importar lo que hizo o la manera como lo hizo. Ilegítimos (bastardos), de padres desconocidos, abandonados, adoptados, criados por otros, hijos no nacidos fruto de relaciones ilegítimas, incestuosas, fornicarias, adulteras, escondidas, secretas y esto se hace redimiendo a nuestros descendientes así como nosotros hemos sido redimidos por la sangre de Jesús nuestro salvador, Hebreos 12:7-8 “Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”.
Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;”, Romanos 8:14-17: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.
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