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Todos los ámbitos en que nos movemos parecen estar afectados por las divisiones. Lo vemos en el ámbito social como en el familiar; lo vemos en el ámbito político e incluso en la doctrina cristiana.
La misma iglesia cristiana está dividida: Dentro de la iglesia evangélica a su vez hay infinidad de divisiones a las que llamamos denominaciones; dentro de la infinidad de denominaciones a su vez hay diferentes líderes con ideas, visiones y perspectivas diferentes, y si miramos entre los creyentes también encontraremos diferencias y divisiones.
Las Sagradas Escrituras nos advierten sobre el peligro de caer bajo la influencia de este espíritu y el libro de Isaías lo advierte de una manera enfática: Isaías 59:2, la puerta de entrada al espíritu de división es cuando te separas de Dios por causa de tus iniquidades y tus pecados.
¿Qué es el espíritu de división?: “Es una fuerza espiritual contraria a la unidad, a la armonía y al acuerdo”.
En la Biblia se registra una división del pueblo de Dios, todo comenzó en el libro de 1ª Reyes 11:1-11; aquí encontramos las causas, la raíz de toda destrucción de un pueblo que Dios amó desde el comienzo, lo sacó de tierra de Egipto y lo estableció en la tierra prometida. Pero allí en esa tierra que Dios les había dado la contaminaron con ídolos, maldad, maldición, iniquidad… La pregunta es: Cuantos han introducido ídolos, maldad, maldición, iniquidad a su propia tierra, la han contaminado y esto ha traído división, ruina, destrucción sobre sus vidas, hogares y familias?.
El pecado, la maldad y la iniquidad introducida por el rey Salomón hizo que el pueblo de Israel se dividiera, 1ª Reyes 12, Roboam, su hijo, no escuchó el consejo de los ancianos, sino el consejo de los jóvenes hizo que el pueblo de Israel se dividiera en lo que se llama «el Reino del Sur» cuya capital Jerusalem dos tribus Judá y Benjamin y “el Reino del Norte” cuya capital Samaria al mando de Jeroboam diez tribus. Las consecuencias de esta división fue funesta hasta hoy… Las diez tribus del norte por causa del pecado fue esparcida por toda la tierra, lo que hoy se conoce como la diáspora del pueblo de Israel; las dos tribus del sur fue llevada a cautividad a Babilonia y por ende la destrucción de los muros y las puertas de Jerusalem. Esto es un claro ejemplo de lo que está ocurriendo en las familias cristianas de la tierra: La destrucción, la desolación, la división, la ruina debido al espíritu de división que reina en medio de los hogares y todo por la contaminación que existe al interior de las familias.
Veamos as características del espíritu de división desde el punto de vista espiritual:
- Ve al otro como un contrincante y, en el peor de los casos, como un enemigo que debe ser destruido.
- Cada uno se separa y busca su propia independencia o se distancia de aquellos que no piensan o creen lo mismo.
- Cada uno intenta desacreditar la conducta o lo que hace la otra persona.
- Se fusiona con el chisme, la crítica despiadada, la calumnia y comienza a reinar un espíritu de mentira.
- Se abre una grieta o brecha que a pesar de estar muy cerca, comienzan a gobernar espíritus inmundos como gritería, maledicencia, contiendas, iras y peleas y el objetivo final los divorcios, separaciones, enemistades.
- Planta dudas, critica a su propia familia, utiliza su lengua para insultos y por de bajear.
- La falta de perdón y la amargura comienza a gobernar y a manipular las vidas, el hogar y la familia.
- Es orgulloso y siempre querrá manipular con sus hilos de omnipotencia y autosuficiencia.
- Acusa y señala.
- Infidelidad y traición.