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Cazador de Recompensas (Pastor Alejandro Roncancio)

 Samuel 17:25-27 “Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? Él se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel.

 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere”

David era muy valiente. Fue un luchador desde el principio. Pero antes de matar a un gigante o de liderar ejércitos en batalla, el fue un pastor y protegía a las ovejas que cuidaba. El mató a los leones y osos que amenazaban a su rebaño.

Cuando el profeta Samuel visitó a su familia, durante una misión para encontrar y ungir al futuro rey de Israel, el padre de David, Isaí, ni siquiera pensó en pedirle que volviera del pastoreo. Estaba seguro de que Samuel tenía a uno de sus hijos mayores en mente. ¿De qué le serviría al profeta conocer al joven pastor?

Pero David tenía algo especial desde el principio y Samuel insistió en conocerlo. Al encontrarse con el joven, Samuel ungió la cabeza de David con aceite; esta fue la primera señal visible de que el muchacho estaba destinado para algo grande.

Una batalla en particular le otorgó a David su lugar en la historia: Goliat, el gigante filisteo, había estado burlándose sin piedad de las tropas israelitas durante días; entonces, David se presentó trayendo comida para sus hermanos mayores que habían sido alistados como soldados.

Cuando David escuchó a Goliat insultando a Israel, se indignó y se ofreció a aceptar el desafío propuesto por Goliat: que un soldado israelita se acercara a luchar contra él.

Cuando Saúl, el rey israelita, se enteró que David deseaba enfrentarse a Goliat, se sintió reacio a permitirlo. Pero David estaba decidido. El rechazó la oferta de usar la armadura y la espada del rey, prefiriendo más bien enfrentarse a Goliat con solo una honda y cinco piedras.

El joven giró su honda, apuntando a la frente del enemigo filisteo. Solo hizo falta una piedra y el gigante se estrelló contra la tierra. David corrió, tomó la propia espada de Goliat y le cortó la cabeza. Las tropas filisteas huyeron despavoridas y fueron destruidos por el ejército israelita.

Hay algo en lo profundo de nuestra naturaleza que nos hace ir en busca de un premio, de una recompensa. Cuando una recompensa está en juego, muchas veces derramamos sangre, sudor y lágrimas para conseguirla. Los atletas llevan sus cuerpos al límite con la esperanza de ganar una medalla de oro. Los representantes de ventas hacen un esfuerzo adicional con el objetivo de conseguir una comisión generosa o un bono. Cuanto más valiosa sea la recompensa, más obstáculos estaremos dispuestos a superar y tendremos mejor enfoque. Las recompensas nos motivan y nos animan a la búsqueda.

Sería de esperarse que, después de esta increíble victoria, David se convirtiera en el mejor amigo del rey Saúl. No fue así, aunque le dio a David su propia hija como esposa. Saúl pronto llegó a odiar a David debido a la atención que estaba recibiendo en su nuevo rol como jefe del ejército israelita. La popularidad de David y su talento natural como líder le otorgaron fácilmente el estatus de héroe de Israel y Saúl se sintió profundamente amenazado por ello.

Como David continuaba ganando victorias militares, las mujeres de Israel comenzaron a cantar: «Saúl mató a sus miles, pero David, a sus diez miles» El celoso Saúl se enfureció aún más, con la ayuda del hijo de Saúl y el mejor amigo de David, Jonatán, David se enteró que la ira de Saúl no se aplacaría y huyó a esconderse.

El rey Saúl pasó años persiguiendo a David y ofreció establecer una tregua entre los dos; la paz nunca se consolidó.

Después de la muerte de Saúl durante una batalla, David fue ungido como su sucesor. El rey David luego conquistó Jerusalén. Él trajo de regreso el arca del pacto y estableció su reino, después de haber ascendido al trono.

David continuó gobernando a Israel y eligió a su hijo Salomón para sucederlo en el trono, antes de morir pacíficamente a la edad de setenta años, habiendo reinado durante cuarenta años.

A pesar de sus defectos, David era conocido como un «hombre conforme al corazón de Dios” y debido a esto fue recompensado, Dios hizo un pacto con Él, 2 Samuel 7 y Salmo 89. 

Después de cada error, el se arrepintió de su pecado y se volvió a Dios. David dejó plasmado su caminar con Dios en el libro de los Salmos. La Biblia lo describe como un rey ideal y dice que Jesús mismo vino de su linaje.

La primera vez que la palabra «recompensa» se menciona en la Biblia es cuando Dios revela la mayor recompensa de la vida: Él mismo: Su presencia, su paz, su bendición, su sabiduría, su poder…etc.

Dios le hizo varias promesas a Abram, pero la promesa máxima fue que Él sería la recompensa de Abram, Génesis 15:1 “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”. En este fragmento aprendemos que aunque la vida en Dios es a veces difícil (y Abram se encontraba en medio de una época difícil), el premio mayor es Dios mismo. Porque cuando lo recibimos a Él, recibimos todo lo que Él es.

Jesús confirma esta verdad en Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” Y más adelante en la Biblia, Pablo descubre esto en medio de mucho dolor y muchos obstáculos. El Nuevo Testamento está lleno de relatos donde lo golpearon, ridiculizaron, apedrearon, azotaron y hasta estuvo en un naufragio; sin embargo, aún estaba tan lleno de gozo y vida porque la recompensa de conocer íntimamente a Jesús lo motivaba.

Es posible que ahora mismo estés en una época difícil, tal vez estés luchando por entender la instrucción de Dios o las dificultades que estás pasando, quizás estés preguntándote si esta vida cristiana vale la pena. Quiero animarte… resiste. Sí, vale la pena, al final serás recompensado.

La Biblia dice que si buscas a Dios, serás recompensado, en Hebreos 11:6 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

Bendiciones que recibimos al buscar a Dios:

  1. Provisión abundante: Dios suple todas nuestras necesidades, 2 de Crónicas 17:3-5 “Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a los baales, sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de Israel. 5 Jehová, por tanto, confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo riquezas y gloria en abundancia”.
  2. Favor: nos da buen nombre, reputación, lugares de privilegio y conexiones divinas, Salmo 5:11-12 “Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; Como con un escudo lo rodearás de tu favor”.
  3. Protección y refugio: Salmo 34:8-10 “Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él. Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”.
  4. Fortaleza: Dios se convierte en nues…