Apocalipsis 3:19.
La palabra “arrepentimiento” significa “un cambio en nuestra manera de vivir y esto hace que vengan cambios en nuestra manera de pensar y de actuar”, el arrepentimiento implica darnos cuenta que, nuestras acciones pasadas fueron pecaminosas ya que quebrantan las leyes y y los mandamientos de Dios. Es un cambio en nuestros pensamientos (Metanoia) con respecto a lo que dicen las escrituras, está escrito en Isaías 55:7, y es un mandato de Dios: Marcos 1:15, Lucas 13:1-5, Hechos 17:30, Romanos 2:5.
Antes que Jesús comenzara su ministerio en la tierra Juan el Bautista comenzó a predicar: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, Mateo 3:2, Juan habló de un reino, no habló de religión, es más, a los fariseos y saduceos les decía “Generación de víboras”, ustedes están aquí porque creen que el rito del bautismo los va a salvar de la ira venidera. Mateo 3:7-8.
Muchas veces hemos pensado que los rituales, las tradiciones y los métodos humanos nos van a llevar a la salvación, estamos equivocados, el arrepentimiento genuino debe dar fruto, porque “el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no de buen fruto es cortado y echado al fuego.”.
Juan el bautista abrió el camino al Reino de los Cielos y Jesus abrió el camino al Padre, un camino pedregoso que nos lleva a una “puerta estrecha” lo dijo Jesús en el libro de Mateo 7:13-14 “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hayan”.
Si queremos entrar en el Reino de los Cielos tenemos que salir del reino donde estamos viviendo, algunos viviendo en el reino de las tinieblas, otros en este mundo; Jesús lo declaró en el libro de Juan 17:16 “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”, Juan 18:36 “Mi reino no es de este mundo…”.
Cuando hablo de salir del reino de donde estamos viviendo significa dejar de “practicar” los principios y fundamentos del mundo y comenzar a aplicar los principios y fundamentos que desde el comienzo El Señor nos entregó a través de Su palabra, eso es el verdadero arrepentimiento.
“Tenemos que arrepentirnos para poder convertirnos al Reino de Dios” y para esto necesitamos que el Espíritu de Dios comience a reinar en nuestra vida, para que esto ocurra es necesario “nacer de nuevo”, Jesús los dijo en Juan 3 cuando Nicodemo un principal entre los Judíos fue a visitarlo de noche, en el versículo 3 la Palabra dice : “Respondió Jesús y le dijo: De cierto de cierto os digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” y en el verso 5 dice: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”.
¿Qué es la verdadera conversión? ¿Será simplemente profesar a Cristo como Señor y Salvador? ¿Qué es un verdadero cristiano? ¿Será aquel que asiste a la Iglesia o que ha sido “bautizado?
Voy a terminar con dos versículos Bíblicos: Romanos 8:9: «Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” y Romanos 8:14: «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”. Romanos 8:11 “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”.
Si tu corazón se ha extraviado:
- Reconoce tu condición y clama a Dios por ayuda, es el primer paso de regreso a Dios, entiende que tu carne no es confiable, entiende que tu propia debilidad es la clave para que Dios esté sobre ti.
- Reconoce al Señor con todo tu corazón y vuelve tu corazón a Él.
- Mira al Señor en Su Palabra como tu estándar de vida.
- Aprende a caminar en el Espíritu, abre tu corazón y permite que el Espíritu Santo guíe tu vida.
Este es el tiempo de derramar aceite sobre nuestras cabezas, son momentos específicos en los cuales el Señor da ordenes específicas: Ungir significa frotar con aceite, separar, escoger.
- Señal de escogido o separado.
- Prepararnos para el propósito.
- Recibir autoridad para ejecutar o cumplir con un propósito: Sanar enfermos o echar fuera demonios.
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