Génesis 1:26-27.
El hombre es el único ser sobre la tierra que tiene una parte material, este es el cuerpo físico; y además una parte inmaterial que es el espíritu y el alma; por lo tanto el hombre está compuesto por Espíritu, Alma y Cuerpo; el espíritu fue colocado en nosotros por el soplo de Dios y vuelve a Él, el cuerpo lo hizo Dios del polvo de la tierra y vuelve a ella: Génesis 2:7: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”, Eclesiastés 12:7: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”.
Por otra parte el alma es formado por las vivencias desde el momento mismo de la fecundación hasta nuestros días, muchas de ellas transmitidas por la madre y por todo lo que ocurrió en su entorno: Desde el momento en que somos concebidos en el vientre, comenzamos a tener vivencias emocionales que van a marcar el principio de nuestra alma (Emociones, sentimientos, carácter, comportamientos).
El alma y el espíritu del hombre es la parte que nos hace a imagen y semejanza de Dios ya que Dios es Espíritu, Juan 4:24; el alma es lo que Dios quiere transformar porque de una manera u otra fue lo que se tergiversó, lo que se transformó en algo que no es a imagen y semejanza de Dios.
Debido a la degradación que el pecado provocó en el ser humano se estropeó la figura divina en el hombre, a tal grado de distorsionar el propósito por el cual las personas están en este mundo. Pero en Cristo las cosas son restauradas a su esencia inicial, volviendo a tomar el rumbo fijado por el Creador. En Jesús hallamos el modelo perfecto de lo que el Padre espera de nosotros.
Desde el comienzo Dios ideó un plan de salvación para restaurar el alma a su estado original ya que el hombre no puede restaurar los que destruyó debido a que perdió la autoridad para hacerlo, por lo tanto lo que Dios quiere SALVAR es nuestra ALMA, es lo que Dios quiere regenerar, transformar, hacer que se vuelva a El: y para hacerlo necesita que nosotros tomemos una decisión después de colocar en nosotros un PROPÓSITO, esa decisión es anhelar ser SALVOS, por medio de Jesús, el cual trajo Salvación a nuestras vidas a través de su sacrificio en la cruz del calvario. Dios no pretende borrar nada de lo que nos ha ocurrido, lo que El anhela es sanar nuestras emociones para que no generen sentimientos, actitudes y comportamientos que van en contra de Sus mandamientos y podamos ser verdaderos cristianos NACIDOS DE NUEVO. Ese plan de salvación lo regala el Señor a través de Jesucristo, pero la iglesia es la encargada de mostrar esta salvación para que tu tomes la decisión; el problema es que mucha gente está en la iglesia por el entretenimiento, por las actividades y las posiciones que la iglesia otorga; Jesús hizo el énfasis cuando encontró en el templo todo tipo de actividades diferentes a la búsqueda y adoración a Dios, Lucas 19:45-46.
La iglesia provee conocimiento y liderazgo y al final la gente se aparta de Dios y se llena de ese conocimiento; por tal razón tu debes venir a la iglesia para ser transformado y comenzar a ser diferencia con el mundo, “parecerte mas a Dios”.
Nosotros tenemos que comenzar a ser diferencia, observemos Romanos 8:9 y 1 Corintios 6:19; si esto ocurre en nuestras vidas entonces debe notarse, lo tienen que notar los que te rodean, para que de esa manera puedas mostrar a Dios a través del fruto del espíritu, es uno solo que se convierte en manifestaciones diversas “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fidelidad, humildad, bondad y dominio propio).
Hoy vamos a aceptar a Dios como Padre, así como está escrito “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12.
- Dios entra en una relación con toda persona que ha aceptado a Cristo como Señor y Salvador personal, y en virtud de ese hecho le adopta como su hijo y nosotros debemos aceptarlo como Padre. La paternidad divina es una de los grandes privilegios y beneficios que nos provee la obra de Cristo, 1 Juan 3:1-2: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.
- Al encontrar a Dios y aceptarlo como nuestro Padre encontramos nuestra identidad. Es la paternidad de Dios la que nos da nuestro carácter y naturaleza espiritual, nos introduce a la familia celestial, nos da un nombre y una identidad espiritual; un lugar y una posición en la familia de Dios como hijos y herederos de él, pero nosotros debemos salir de la paternidad del mundo porque no podemos ser hijos de Dios e hijos del mundo al mismo tiempo, 2 Corintios 6:17-18: “Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.
- Dios proveyó la cruz para que Cristo en esa cruz restaurara todas las cosas que se destruyeron por causa del pecado, la maldad y la iniquidad.
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