2 Timoteo 2:15.
La gente del mundo vive a su modo, según sus propias opiniones. Algunos consideran correcta una cosa, y otros tienen por verdadera a otra. Si todos dicen estar en lo correcto, ¿quién podrá decidir qué es lo correcto y qué lo incorrecto? La Biblia dice que únicamente Dios es quien al final puede distinguir lo correcto de lo incorrecto.
Quiero comenzar este tiempo con una pregunta para la iglesia ¿Como les ha ido en su caminar con Cristo?, yo les tengo una respuesta: “Ser cristiano no es fácil”, tal vez es lo mas bello y lo mas hermoso que le puede pasar a un ser humano, pero seguir a Cristo aunque es la experiencia mas emocionante de la vida, ¡no es fácil!, el negarse a si mismo, tomar la cruz, adquirir compromiso, tomar determinaciones firmes, hacer esfuerzos, esto tal vez es difícil.
Y mas cuando estamos atravesando problemas y dificultades, pero Dios utiliza los problemas y dificultades en los nosotros para poder crecer, para poder avanzar hacia la meta del supremo llamamiento que es Cristo Jesús…
Dios usa las dificultades:
- Para probarnos: Esto nos hace fortalecernos en la fe y solidificar nuestra confianza en Cristo.
- Para examinarnos: Mirarnos por dentro día a día y conocer las áreas de nuestra vida que necesitan ser transformadas y fortalecidas.
- Para Aprobarnos:
Quiero que por un momento viajemos en el tiempo en la época del colegio, para poder avanzar de grado en grado necesitábamos pasar por ciertos exámenes en las diferentes áreas del grado que estábamos cursando con el fin de ser “Aprobados”.
A nadie le gusta los exámenes porque para poder enfrentarlos teníamos que estudiar y a través de ellos ser medidos y los resultados de los exámenes determinaban si éramos aprobados o reprobados y poder pasar a otro nivel o a otro grado.
De la misma manera Dios utiliza las pruebas y las dificultades para aprobarnos y poder utilizar esas dificultades como escalones para llevarnos a otro nivel en nuestra vida espiritual y al final la meta de todo cristiano debe ser el “aprobados por Dios”, el apóstol Pablo dijo: “Yo tengo que ser vigilante de mis comportamientos, de mis pensamientos, de mi corazón, con el único propósito de no ser reprobado”, 1 Corintios 9:24-27; En este tiempo Dios quiere usarnos, ser enviados a predicar el evangelio con nuestra vida, testificar el poder del evangelio con nuestra vida, porque nuestra vida debe testificar el poder del evangelio, pero para que esto suceda en nuestra vida, debemos ser aprobados por Dios.
Cuando el apóstol Pablo le habla a Timoteo acerca de esto utiliza una palabra: PROCURA, esto quiere decir que se requiere de un esfuerzo, que no va a ser de la noche a la mañana, la palabra “Procura” significa “ocúpate en algo con diligencia”, “hacer diligencia o esfuerzos para que suceda lo que se expresa”, no es esperar mañana, es comenzar YA; no es postergar, comience desde ya, desde hoy, ocúpate en eso con diligencia, Pablo lo declara con “Un sentido de urgencia”, no esperes el mañana, quizá no exista un mañana, comienza hoy mismo, conviértela en una prioridad para tu vida, Dios te está diciendo “Ocúpate de tu salvación”.
Ser aprobados por Dios es “Pasar la prueba” cualquiera que ella sea.
Un ejemplo claro de un hombre aprobado por Dios fue el apóstol Pablo, días antes de ser ejecutado escribe la segunda carta a Timoteo en sus últimos días de vida y le da una serie de instrucciones precisas, quiero dejarles esta tarea a todos ustedes, leer la 2 carta del apóstol Pablo a Timoteo completa.
En 2 Timoteo 4:6-8 “… He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe…” y esto se resuma en una sola palabra “Pasé la prueba”.
¿Existe algún recurso seguro, algún modo de saber con certeza si nuestra vida es aprobada por Dios? Sí, existe. Ese recurso es la palabra de Dios.
Jesucristo dijo: «Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12.47-48).
La única seguridad para saber si somos aprobados por Dios es vivir en obediencia a su Palabra. He aquí la cuestión fundamental a la que debemos responder: ¿Existen en mi vida conductas que la palabra de Dios reprueba? ¿Estoy viviendo según la voluntad de Dios revelada en su Palabra?
Esto me lleva a la necesidad de:
- Conducirme con temor reverente todo el tiempo de mi vida, 1 Pedro 1:17-21 “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios”.
- A ocuparme de mi salvación con temor y temblor, Filipenses 2:12-13 “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
- A seguir la santidad sin la cual nadie verá al Señor, Hebreos 12:14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.
Si en mi vida hay conductas y prácticas que la palabra del Señor condena, puedo estar seguro de que estoy reprobado por Dios, aun cuando sea grandemente usado como instrumento para bendecir a otros.
Así que necesito exponer mi vida a ser revisada, confrontada y juzgada permanentemente por la palabra del Señor; debo humillarme, corregirme, confesar mis pecados, y apartarme de todo aquello que no es la voluntad de Dios. «No sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo sea eliminado» 1 Corintios 9:26-27 “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
Ministración: ¿Eres Aprobado por Dios?